Lo único que podemos controlar

Lo único que podemos controlar

¿Te sientes desbordado por lo que sucede a tu alrededor? ¿Eres consciente de cómo te afectan las cosas? ¿Quieres controlar más cosas que las que puedes?

 

Es curioso cómo nos desgasta y el sufrimiento que nos generan las cosas y situaciones que no están bajo nuestro control. Una crítica, un insulto, una opinión, un deseo, etc.

 

Enfocarnos en las cosas que podemos controlar nos hará sin duda más felices y desde luego nos ahorrará mucho sufrimiento.

 

Los estoicos decían que solo podemos controlar 3 cosas: el juicio, el deseo y el impulso a la acción.

 

El juicio tiene que ver con la razón, con la capacidad de cuestionar las impresiones que tenemos y discernir si estas están o no bajo nuestro control. Cuestionar todo y utilizar la razón para decidir si algo nos conviene o no.

 

Epicteto decía que “no son las cosas lo que nos perturba, sino los juicios que hacemos de esas cosas”.

 

La forma que tenemos para responder ante un suceso de cualquier índole es algo que podemos controlar y marcará la diferencia en la forma de cómo nos afecta. Puedo recibir una crítica y yo puedo decidir si me va a afectar más o menos. Como es algo que no está bajo mi control no gastaré energía en ello. Yo puedo decidir si la tomo con indiferencia, solo como una crítica y con ello como una oportunidad para avanzar o de una manera negativa en la que mi cabeza estará pensando en ello constantemente y me afectara anímicamente. Esto es extrapolable a cualquier situación; una desgracia, una mala noticia, etc.


Nosotros decidimos cómo vamos a actuar y es una de las pocas cosas que realmente podemos controlar.

 

Buda decía que “el dolor es inevitable, el sufrimiento opcional”. Es la analogía de las dos flechas. La primera es inevitable pero la segunda nos la autoinfligimos nosotros a través de nuestros pensamientos y los juicios que hacemos de estos. Si cambias la forma de interpretar tus pensamientos cambiarás tu percepción de la realidad que vivías hasta ese momento.

 

Podemos controlar lo que deseamos pero si está fuera de nuestro control y no lo conseguimos nos frustrará y, aunque finalmente lo consigamos, hasta el momento de su consecución en la mayor parte de los casos nos sumirá en un estado de ansiedad.


Controlamos nuestras acciones pero no sus consecuencias y menos aún las de los demás. Cuando disparo a una diana con un arco y una flecha puedo controlar mi posición, mi técnica, mi respiración, pero una vez que la flecha sale, ya no está bajo mi control. Debemos procurar actuar de la mejor forma posible, poner todo el empeño en nuestras tareas y nuestro trabajo. Y si estamos seguros de haberlo hecho no debemos sufrir por lo que piensen los demás.


Yo pongo todo mi corazón en escribir esta reflexión pero no puedo controlar si te gusta o no. Si para escribir solo pensáramos en las posibles críticas, probablemente la mayoría no lo haría.


El impulso a la acción es lo tercero que podemos controlar por completo, es decir, tenemos la capacidad de decidir si actuamos o no. Las personas proactivas tienen mayor capacidad para ejercer una transformación de las cosas.


Enfoca tu esfuerzo solo en lo que está bajo tu control y seguro que serás más feliz.

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Manuel Montero Kiesow

Coach, mentor, profesor de artes marciales y ajedrez


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